La Terapia EMDR en contexto.

"...El EMDR combina al servicio de un procedimiento muy fácil de describir y muy delicado de aplicar correctamente la teoría del conflicto freudiana,  la del cambio de creencias cognitivo y la de la reducción de la ansiedad conductista. 
Como el psicoanálisis, pone el inconsciente a trabajar para construir integraciones del conflicto menos gravosas que el síntoma. 
Como la cognitiva, modifica las creencias negativas sobre uno mismo. 
Como el conductismo, reduce la perturbación emocional en presencia de la escena traumática. 
Y cuando funciona,  que no todo funciona siempre, lo hace de manera muy rápida, el paciente cambia en pocas sesiones. 
Desbloqueo y limpieza emocional, catarsis y elaboración. 
Además, se puede aplicar en el contexto de otras terapias, dado que sus protocolos son muy sencillos. De hecho, el arte consiste en no equivocarse de cliente a la hora de administrarlo. Otro métodos, aplicados cuando no tocaba sólo harán perder tiempo, dinero y esperanza, o serán tan lentos que el paciente tendrá tiempo para alejarse. El EMDR es tan potente que incorrectamente aplicado puede llegar a hacer daño.
Como siempre ocurre, apenas  aparece una nueva terapia, al principio parece que sirva para todo. De tratamiento de elección para los traumas de gran calibre, el EMDR extiende su influencia benéfica en el tratamiento del dolor, de la ansiedad, los problemas del apego, los trastornos de la alimentación, de las toxicomanías, de las fobias, de inhibiciones en general, etc. El tiempo pondrá las cosas en su lugar, tal como ya ha ocurrido con todos los booms psicoterapéuticos. Todavía es demasiado pronto para poner límites a su eficacia, mientras tanto la investigación está muy viva. 
Lacan se quedaría de piedra ante esta manera de abrir lo real.
Desde Freud los tiempos han cambiado mucho, y según se mire no tanto, quizás es que hemos dado un giro completo, como si estuviéramos la noche antes del día en que Freud inventó el psicoanálisis. La noche en que abandonó su teoría traumática para considerar que las fantasías sexuales infantiles constituían un  terreno más fértil para las neurosis que los abusos provenientes de padres, tíos, hermanos o tatas,  a los que en realidad no negaba tanto como se le ha imputado injustamente después. 
Hoy todo quiere ser trauma, tanto que a veces se olvida que trauma no es algo que me pasó o me hicieron, sino la reacción de mi mente a lo que me pasó o me hicieron. La defensa acaba siendo el agente patógeno y es el bloqueo de las representaciones dolorosas lo que las convierte en traumáticas, condenándolas a resurgir como reminiscencias aterradoras.
Este romanticismo sin sujeto al que llamamos posmodernidad quiere que todos seamos ante todo víctimas. Si se nos acepta como víctimas ya asumiremos después alguna escasa responsabilidad. 
Afortunadamente los métodos terapéuticos no suelen caer en esta trampa. Respetar la agenda emocional del cliente, fieles al principio del primum non nuocere  para ayudarle a encontrar el mínimo de paz interior que le permita seguir viviendo autoreconciliadamente  exige  compromiso de su parte y prudencia profesional de la nuestra. Aquel dolor enigmático, ese misterio doloroso que llamamos síntoma sigue constituyendo nuestra mejor brújula, y esto vale también, y muy especialmente, para la terapia del EMDR..."
Autor: Dr. Guillermo Mattioli . Psicologo clínico, psicoanalista, terapeuta sistémico, pnl y EMDR, Vive en España, su curriculum completo  está en el sitio de LOGOS Clínica Psicoanalítica .