LA NAVIDAD INTERIOR




Puede ocurrir que lleguen las Navidades y uno se sienta "a contra pelo" de la vida.


Que las fiestas, en vez de levantarnos el ánimo, nos incrementen la  pena, el dolor, la frustración, o el cansancio.

Se pone brava la época de las fiestas si estás bajoneado. 


Cada vez que escucho la canción La Peregrinación (Misa Criolla) siempre me emociono 
y me inspiro.







Me imagino a María de 15 años embarazada, en un burrito, con José atravezando la Pampa buscando un lugar para parir y nadie los recibe.






"A la huella, a la huella, Jósé y María, con un Dios escondido, nadie sabía..."


Siempre hay algo que se está gestando adentro nuestro, y a veces no se lo cuida, 
porque no se lo ve (incluso cuando estamos bajoneados, ya que todo sufrimiento esconde algún proyecto).


La navidad puede ser un momento en que se fortalezca nuestra capacidad de que aceptemos "lo que es", y no lo que "yo pensaba que tenía que ser".  

Emprender mi camino, cuidar ese brotecido interno que siempre está queriendo nacer en mí,  confiar en vaquitas, corderitos y burritos (como en el pesebre) y aceptar el miedo de parir eso que quiere nacer aparentemente en el medio de la nada (como María). 

Estrella de Belén 
(Flor de Bach que ayuda a cicatrizar las heridas del alma)


El espíritu de Navidad puede llegar a traernos esa sencilla alegría que colme nuestro vacío
interno. Es posible.


Tal vez tu nacimiento espiritual todavía no llegó y no sabemos si coincidirá con el calendario, pero me gusta pensar que el sentido de toda la fiesta anual externa es recordarnos que si no lo hemos hecho aún, siempre estamos a tiempo de preparar nuestro Pesebre Interior. Distintos aspectos nuestros que como los pastorcitos de la historia de Belén, se disponen a aguardar con esperanza cada año el Nacimiento de nuestro SER VERDADERO.




Está todo previsto. Está todo cuidado. Aunque nos sintamos cansados y superados
por un camino tan largo. Hay un momento para cada cosa.


El parto espiritual puede estar cerca, y si le hacés un espacio sencillo adentro tuyo, nada atentará contra ese nacimiento. 


La cultura sigue sin valorizar suficientemente lo receptivo-femenino en cada uno de nosotros: la paciencia, la receptividad, la entrega, la intuición, la aceptación, y la tolerancia a la incertidumbre y el dolor. 


No es fácil encarnar ESO perfectamente. 


Pero aunque lo hagamos "de manera imperfecta", tenemos chances de acercarnos a la actitud que favorece el parto porque sólo se nos invita a confiar e intentarlo, que "Dios se ocupará del resto". 

Acerquémonos humildemente a nuestro "pesebre interior",
a ese lugar interno, sencillo pero lleno de paz y luz, sabiendo que algo maravilloso ocurrirá.

La promesa es la promesa.

Los anhelos de plenitud de vida
no quedarán sin ser cumplidos.
- "Señor, hágase en mí 
según tu Palabra."

Que así sea.