Positivos, Auténticos y Eficaces.













¿Sos de los que logran mantener una actitud positiva auténtica ante los eventos de la vida?

Ya lo dice el Tao, en la representación del símbolo del Yin-Yang: siempre hay un poquito de negro en el blanco y un poquito de blanco en el negro.

Es que si logramos mantener el  equilibrio dinámico con nosotros mismos y nuestro medio (homeostasis), es más fácil mantener esa actitud positiva qué ilumina nuestros días con poco esfuerzo.

Pero en la lucha por la supervivencia, cuando hay demasiado sufrimiento o estrés porque nuestras necesidades no están siendo satisfechas y nuestros recursos no están a la altura de los desafíos que nos toca enfrentar... lo normal es  polarizarnos y bloquearnos, porque nuestro cerebro queda inundado de los aspectos negativos de esas experiencias dolorosas o insatisfactorias. Entonces, perdemos el equilibrio, y nos atoramos en el camino y adentro de nosotros mismos.


El mundo actual nos presiona de mil maneras para que mantengamos la actitud positiva a toda costa, la cultura tiende a rechazar el dolor inherente a la vida, lo que no es placentero tiene mala prensa. ¿Te diste cuenta que los posts en Facebook que sinceran estados negativos, suelen tener menos ME GUSTA, o menos comentarios que los que son "Pum para arriba"? 

Nos vamos acostumbrando a ocultar nuestros dolores, a decir "todo bien",  aunque en el fondo seguimos sintiendo que "desde que vivimos aquella experiencia X", ya nada es igual, y nos sentimos como la mona. 

Los únicos pensamientos positivos auténticos y eficaces, son los que están ligados a emociones positivas que puedo hacer resonar en mi cuerpo. Si no siento la emoción positiva asociada al pensamiento positivo en el cuerpo, el pensamiento positivo NO funcionará eficazmente. Puede ayudarme un trecho, pero entrará en "cortocircuito" con otros niveles de mi experiencia que no comparten esa misma "sintonía".

Lo mismo pasa con los pensamientos y sentimientos negativos. Puedo intentar sacarme de la cabeza los pensamientos negativos que me quedaron de aquella mala experiencia, pero que hago con la angustia, el miedo, el dolor, la bronca que ha quedado anclada en el cuerpo?

Mi mente puede decirme frente a ese evento que viví:  "Ya pasó",  pero mi cuerpo no lo siente, aún cree que estoy en peligro. O aún me siento llena de bronca o de dolor. 

No va a ser muy efectiva mi afirmación positiva "Yo puedo salir adelante!" si me tiemblan las piernas, me siento con ganas de salir corriendo, o con un nudo en la garganta a punto de llorar. Por supuesto que miles de veces hemos accionado en la vida en medio de estas contradicciones internas, no digo que sea imposible seguir viviendo así y aún, accionar. Digo que es cansador andar por la vida sintiéndonos tan divididos, incoherentes, confundidos, incómodos, asustados, lastimados, y los etcéteras que quieras agregar.

Cortocircuitados, somos menos efectivos en la vida, y es más difícil saber lo que queremos y las opciones que tenemos.


La experiencia psicológica ha verificado que todo lo que se niega o reprime, termina agrandándose en nuestro interior y a la larga empeorando la situación general. Lidiar con las emociones negativas, es como lidiar con pérdidas de agua, arreglar una pérdida tapándola con el dedo, no es una buena solución. Andar por la vida con "sonrisa de payaso", o en "piloto automático", por tiempo indefinido, tampoco.



Te cuento que existen herramientas de última generación para ayudarte a digerir malas experiencias y recuperar DE VERDAD la actitud positiva, la fortaleza y creatividad ante la vida.

"De verdad", significa que lo vuelvas a sentir en el cuerpo. Que lo sientas verdadero.
Para algunas personas no es volver a sentirlo, sino sentirlo por primera vez.

Francine Shapiro descubrió que la autocuración mental y emocional es una capacidad natural de nuestro cerebro. Los terapeutas que hemos sido entrenados en EMDR, sabemos  acompañar a quien sufre, para que ese proceso ocurra, y la curación no solo sea un camino de integración, sino que sea  definitiva.
 
¿Que hacemos?  Armamos una estrategia de tratamiento adecuada a lo que cada uno necesita.

Porque si hay heridas, hay que curarlas, y ahora sabemos cómo. Esto es muy bueno porque con una cicatriz, podemos vivir, pero con una herida abierta que no cierra, no.


Durante el proceso terapéutico  se produce (por fin!)  la digestión de las experiencias traumáticas.
Los pensamientos negativos se van transformando naturalmente en otros más adaptativos gracias al logro de insights y aprendizajes que habían quedado bloqueados por la intensidad o complejidad de lo vivido; se trata de aprendizajes y creencias positivas auténticas que emergen espontáneamente, mejoran la vida de la persona, y la fortalecen para el presente y el futuro.

Cuando veo lo que pasa en el consultorio, a veces todavía me resulta increíble. Pero no es increíble, es maravilloso. Es simplemente la consecuencia natural de sanar heridas del pasado, restableciendo y acompañando la capacidad natural de nuestro cerebro para procesar experiencias, desprenderte de lo que ha sido tóxico, para que -ahora sí- lo positivo -auténtico- ilumine tu vida.

Perdoná mi entusiasmo ! Surge de la confianza que siento al ver los cambios y soluciones creativas que tantas personas van encontrando a sus viejos padeceres.

Vamos, que podemos. Lo siento en el medio del pecho.