Errores Poderosos










Todos sabemos cómo se hacen las perlas. 

Cuando accidentalmente entra un poco de arenisca entre las valvas de una ostra, la ostra la enquista, y segrega cantidades de mucus espeso, suave, que se endurece en capa sobre capa microscópica sobre la irritación extraña hasta que se convierte en un objeto bello, perfectamente suave, redondo, duro y brillante. De esta manera la ostra transforma la arenisca y así misma en algo nuevo, transformando la intrusión del error o de lo foráneo hasta hacerlo formar parte de su sistema, completando la gestalt según su propia naturaleza de ostra. 

Si la ostra tuviera manos no habría perla. La perla llega a nacer porque la ostra está obligada a vivir con la irritación durante un lapso extenso.

En la escuela, en el trabajo, al aprender un arte o un deporte, se nos enseña a temer u ocultar, o a evitar los errores. pero los errores son de incalculable valor. Primero está el valor de los errores como materia prima del aprendizaje. Si no cometemos errores, es improbable que podamos hacer algo. Pero lo más importante es que los errores y los accidentes pueden ser los granos irritantes que se convierten en perlas; nos presentan oportunidades no previstas, son nuevas fuentes de inspiración en sí mismos y de sí mismos. 

Podemos usar los errores que cometemos, los accidentes del destino, y hasta las debilidades de nuestra propia constitución, pueden convertirse en ventajas. 

A menudo el proceso de nuestro arte entra en una nueva senda por la rebeldía inherente al mundo. la Ley de Murphy dice que si algo puede andar mal, andará mal. 

En la vida, como en el koan del Zen, creamos desplazando nuestra perspectiva hasta el punto en que las interrupciones son la respuesta. El cambio de dirección de la atención, que se produce al incorporar el accidente al fluir de nuestro trabajo, nos libera y podemos ver la interrupción con ojos prístinos, encontrar en ella el oro de la alquimia.

El poder de los errores nos permite dar un nuevo marco a los bloqueos creativos y verlos en todos sus aspectos. A veces el pecado mismo de omisión o perpetración del que nos culpamos resulta ser la semilla de nuestro mejor trabajo. (En el Cristianismo se habla de esta realización como felix culpa, el error afortunado). Las partes más desconcertantes y frustrantes en realidad son los bordes de crecimiento. Vemos estas oportunidades en el instante en que abandonamos nuestros preconceptos y nos sentimos menos importantes.

La vida nos arroja innumerables irritaciones que pueden movilizarse para hacer perlas, incluyendo a todas las personas irritantes que se nos cruzan en el camino. A veces nos atamos a un pequeño tirano que nos hace la vida imposible.  A veces estas situaciones, lamentables en su momento, hacen que agucemos, centremos y movilicemos nuestros recursos internos de las maneras más sorprendentes.   Entonces ya no somos víctimas de las circunstancias, sino que somos capaces de usar a la circunstancia como vehículo de creatividad.  Es el bien conocido principio del Jujitsu: recibir los golpes del adversario y usar su propia energía para desviarlos en provecho propio. Cuando uno se cae, se levanta apoyándose en el mismo lugar donde se cayó.

El poeta-sacerdote vietnamita budista Thich Nhat Hanh inventó una interesante meditación telefónica. El ruido de la campanilla del teléfono y el instinto semiautomático de saltar a atenderlo parecen lo opuesto a una meditación. El timbrazo y la reacción exponen la esencia del carácter entrecortado, nervioso, de la forma en que se vive el tiempo en nuestro mundo. 


Thich propone usar el primer timbrazo como ayudamemoria, en medio de cualquier cosa que estamos haciendo, un llamado de atención, un ayudamemoria de la respiración, y del propio centro. Y usar el segundo y el tercer timbrazo para respirar y sonreir

Si el que llama quiere comunicarse, esperará el cuarto timbrazo, cuando uno esté listo para atender. 

Lo que quiere decir con esto Thich Nhat Hanh es que la atención, la práctica y la poesía en la vida no deben reservarse para un lugar y un momento donde todo es perfecto,  podemos usar paradójicamente los instrumentos de las presiones nerviosas de la sociedad para aliviar la presión."



Autor: STEPHEN NACHMANOVITCH. Extractado de  su libro " FREE PLAY-La improvisación en la vida y en el arte" - Paidós Diagonales.